Comemos para estar vivos, pero muchas veces también para premiarnos, apapacharnos e incluso para castigarnos.
La relación con la comida ha cambiado a lo largo de nuestro paso por este mundo. Dejo de ser una necesidad se convirtió en placer y se ha ligado a la mayoría de los eventos sociales de nuestro entorno.
Comer puede ser uno de los actos de amor más puros que hay para nosotros mismos y compartirlo con los seres que uno quiere es aún mejor.
¿Cuándo entonces comer se vuelve un problema de salud? Mis años en el campo de la bariatría me han dejado las siguientes conclusiones:
Cuando volvemos comer parte del sistema de recompensa: “Trabaje durísimo, me merezco una hamburguesa!”
Cuando comer es un castigo: “No te paras de la mesa si no te terminas la sopa”.
Cuando comes por pertenecer: “mis amigos no comen carne, entonces yo tampoco la como”.
Cuando te comes tus emociones y te refugias en la comida, no hablas no lloras pero entonces COMES hasta sentirte mejor. Comer libera occitocina entonces claro que te sentirás “mejor”.
Todo el tiempo somos bombardeados en torno a dietas, estándares físicos, calorías, programas de transformación… todos queremos bajar un poquito, mejorar un poquito, y total que agusto no se está!
Mi recomendación es que dejemos de esperar transformarnos con el detox de 10 días y empecemos a hacernos cargo de nuestra relación con la comida.
Recordemos el gusto de comer por el placer de darnos a nosotros algo rico y bueno para vivir!
En el disfrute encontraremos lo que de verdad está haciendo falta.